PRODUCCIÓN DEL
CONOCIMIENTO LOCAL
Uno de los legados más dramáticos de la era colonial en la América
Latina, llevó a las clases dominantes de las nacientes repúblicas en la región
a renunciar a la posibilidad de producir conocimiento local. En esta visión, la
producción teórica y el conocimiento local eran inútiles e innecesarios, pues
existía un conocimiento universal, un pensamiento único, y este podía
importarse desde Europa, bajo esta lógica, las universidades se concibieron
como centros de difusión de teorías ajenas a las realidades nacionales, y
constituyeron urnas de cristal en medio de la efervescente dinámica social de
comienzos del siglo XX.
Se concibe la labor pedagógica de la prensa articulada a un proyecto
cultural más amplio que brindará los espacios y las herramientas para la
reflexión, el debate, la polémica y la producción teórica, es decir, la
producción de conocimiento local. Entendemos esta producción teórica como la
capacidad de apropiarse de una matriz teórica, en tanto conjunto articulado y
coherente de ideas y conocimientos para el análisis de una realidad social
específica en un momento histórico concreto. Este proceso es capaz de generar
una comprensión más profunda de la realidad local en sus aspectos generales
pero también en los específicos, al mismo tiempo que produce nueva teoría y
nuevo conocimiento.
De esa forma, la producción de conocimiento no puede ser entendida solo
como especulación teórica, sino profundamente enraizada en la praxis, en su
sentido más amplio: cultural, político, social. El conocimiento se crea
entonces a partir de un esfuerzo de abstracción de los datos factuales de la
realidad social, esfuerzo de abstracción mediatizado por la apropiación de la
matriz teórica marxista, y regresa a ella, a la realidad social, para
transformarla. Este segundo momento, este camino de regreso de la teoría a la
práctica constituye concreto abstracto,
que no es la misma realidad social instaurada como punto de partida, sino que
representa otro momento, una nueva realidad, diferente al haber sido
transformada por el conocimiento en su camino de regreso.
La producción del conocimiento local:
historia y política en la obra de René Zavaleta, Luis Tapia sostiene
que la producción de conocimiento local siempre tiene un componente de
producción de teoría. Este proceso, según el autor, se daría a partir de lo que
él llama la apropiación de teorías generales, que en el caso de Zavaleta lo
denomina nacionalización del
marxismo. Esto consistiría en la apropiación, por la vía de la
interiorización, del marxismo como matriz teórica. En la medida en que este
cuerpo se convierte en una concepción del mundo interiorizada, se vuelve
también una forma de pensar cotidianamente el conjunto de relaciones y
experiencias en la vida cotidiana, y en la reflexión que se va haciendo sobre
la sociedad en que se vive y sobre la que se investiga. La producción de un
nuevo conjunto de categorías en el seno del marxismo se habría dado cuando, en
algunas sociedades, ha habido procesos de apropiación intelectual de esta
tradición y matriz, y este pensamiento se ha enraizado en el proceso y los problemas
locales, que a partir de ello habrían tenido una mayor inteligibilidad. Para
Tapia, los más significativos desarrollos de la teoría marxista se han dado a
través de grandes nacionalizaciones del marxismo, como las que han realizado Lenin,
Gramsci y Mariátegui.[1]
Podríamos incluso decir que es transacadémica, ya que se plantea como un proyecto colectivo que
incluye también a los propios actores sociales, es decir, trabajadores,
campesinos, estudiantes, además de los intelectuales progresistas y de vanguardia.
La ausencia de una producción editorial adecuada para tales fines lo
lleva a plantear que el problema editorial es uno de los escollos más graves de
la cultura: El libro, la revista literaria y científica, son no solo el índice
de toda cultura, sino también su vehículo. Y para que el libro se imprima,
difunda y cotice, no basta que haya autores. La producción literaria y
artística de un país depende, en parte, de una buena organización editorial.
En este sentido, se reconoce como espacio donde ese movimiento
intelectual y espiritual adquiere organicidad, como un proyecto colectivo con
alcance fundacional. El debate que recogió la revista a lo largo de su
existencia representó un marco de referencia que tuvo profundas implicaciones
teóricas y políticas. La amplitud de la revista no significó falta de
identidad; por el contrario, fue consciente de su rol y su postura ideológica
y, sin embargo, abre sus puertas a los más diversos temas y acepta en sus
páginas posiciones discrepantes. La polémica se eleva, de esta forma, a la
condición de instrumento metodológico para esclarecer, profundizar y para
producir conocimiento.
BIBLIOGRAFÍA.
Tapia Mealla, René, (2002), La Producción del Conocimiento Local.
[1]
Tapia Mealla, L. (2002), La Producción del Conocimiento Local, historia y
política en la obra de René Savaleta, Bolivia, P. 10.